El sector financiero europeo sigue siendo resiliente y gracias a una regulación y una supervisión prudentes, se encuentra en una buena posición para resistir los principales retos macroeconómicos a los que nos enfrentamos ahora: subida de los tipos de interés, presiones inflacionistas y escaso crecimiento del PIB, así como las repercusiones económicas de la pandemia y de la guerra de Rusia en Ucrania.
Las organizaciones financieras tienen que gestionar las tensiones del mercado, los riesgos de crédito y liquidez además de impulsar la transformación digital, que está desafiando los modelos de negocio de los bancos. Con la actual incertidumbre geopolítica y la mayor dependencia de los bancos de terceros proveedores para su estrategia digital, existe una necesidad subyacente de conocimientos y recursos específicos. Los bancos no son ajenos a un gasto considerable, ya que destinan aproximadamente 1,3 billones de euros anuales a diversos sectores, como operaciones de front office, TI y funciones corporativas. Cada año resurgen los debates sobre la reducción de estos gastos. De hecho, a finales de 2022 y principios de 2023, muchos grandes bancos anunciaron reducciones de plantilla, lo que se tradujo en el despido de miles de empleados debido a los difíciles mercados de capitales y al panorama de la banca de inversión.
Sin embargo, para tener éxito, la gestión de costes no debe ser una serie de acciones puntuales y a corto plazo. Exige disciplina y una estrategia bien pensada. Las iniciativas de gestión de costes realmente eficaces requieren un enfoque global e integrado que abarque la tecnología, los recursos humanos, los controles y los gastos de terceros. No se trata sólo de reducir costes, sino de transformarlos.
Los bancos ya se han enfrentado a este reto en el pasado. Las secuelas de la crisis financiera de 2008 y los años posteriores provocaron importantes reestructuraciones y aumentos de los niveles de capital. Los bancos realizaron análisis exhaustivos para identificar las áreas en las que era necesario reducir costes. Pero el mundo evolucionó, los tipos de interés cayeron en picado y nuevas preocupaciones, como la pandemia del Covid-19, cobraron
protagonismo. Ahora, los problemas relacionados con los costes han resurgido, obligando a los bancos a tomar decisiones difíciles. Sin embargo, es crucial recordar que el dicho es cierto: la rentabilidad sostenida y la mejora de los resultados empresariales no pueden lograrse únicamente recortando costes.
Las estrategias excesivamente obsesionadas con la reducción de costes pueden perjudicar el rendimiento empresarial y la moral de los empleados. Aunque la reducción de costes es un componente vital, debe ser específica y adecuada. No todos los costes son iguales. Una evaluación continua y la consiguiente reevaluación de dónde se recortan los costes y dónde se invierte son disciplinas necesarias que muchas organizaciones luchan por aplicar con eficacia.
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