No es ningún secreto que nos encontramos ante una situación anómala y sin precedentes que está afectando a todos y cada uno de nosotros y con unas consecuencias que nadie se atreve a predecir o imaginar. Lo que sí sabemos y es seguro es que una vez se active la maquinaria y se ponga en marcha la actividad de nuevo, todas las compañías, sin excepciones, van a tener que impulsar planes de recuperación para ahorrar, mantener en la medida de lo posible a su equipo humano, incrementar la liquidez disponible, asegurar la cadena de suministro y recuperar la cuenta de resultados en un año casi imposible de olvidar.
Además, en esta ocasión, hay que añadir un nuevo elemento al que nunca antes nos habíamos enfrentado, y es el riesgo físico propio al virus al que nos vemos expuestos, con los miedos y la inexperiencia que conlleva. Diseñar y poner en marcha nuevos protocolos antes inexistentes para que nuestro negocio pueda comenzar es vital, sin ello, no hay operaciones ni ventas. En primer lugar, necesitamos proteger a nuestros empleados con los medios y equipos adecuados, también debemos garantizar las herramientas necesarias para asegurarnos que puedan realizar su trabajo o teletrabajo de la mejor manera y después, algo que jamás habíamos pensado, llevar a cabo la correcta desinfección de nuestras instalaciones, fortaleciendo los sistemas de limpieza y medidas de seguridad pertinentes. No sabemos cuánto durará esta nueva situación, pero sí que es imprescindible y que tendrá un impacto directo en los costes ya existentes. Todo esto complica aún más la ecuación.
Las preguntas para cualquier directivo a partir de este momento son muchas ¿qué acciones tomar? ¿por dónde empezamos? ¿qué estrategia seguir ? (si realmente existe alguna). Recientemente publicamos un estudio en el que mostramos cómo el optimismo y la toma de riesgos por parte los Directores Financieros ya se encontraba en tendencia decreciente antes de la crisis sanitaria, desplomándose exponencialmente en estos momentos, como era previsible dados los acontecimientos. Si esto no fuera poco, cada día conocemos cómo va a impactar en el crecimiento de la economía, nos recuerdan los puntos que perderemos en el PIB o hasta cuándo arrastraremos las consecuencias ¿existen alternativas en el corto plazo para minimizar el impacto? ¿estamos a tiempo para cerrar el año de una manera óptima? ¿disponemos de herramientas para ello? Si fuera así ¿quién me las puede proporcionar y cómo puede acceder a ellas?
Como expertos en materia de costes y con la experiencia de la anterior crisis financiera en la mochila, sabemos que no será fácil, pero sí puede ser posible acabar el 2020 de una mejor forma si se llevan a cabo acciones. Para ello, la flexibilidad y agilidad en la toma de decisión serán factores clave si realmente queremos resultados y por experiencia, puedo decir que en algunas organizaciones se convierte en un aspecto aún más crítico que la propia medida a implementar. Existen estrategias como la reducción de gastos que pueden aportar resultados rápidos, mejorando la liquidez de manera directa, pero sin la determinación y el consenso dentro de la empresa, no sólo pueden ralentizar y entorpecer las oportunidades para ahorrar, sino que incluso, pueden hacer que se pierdan por la inacción, añadiendo aún más presión al negocio.
Ahora más que nunca, debemos centrarnos en el “qué” y el “cómo” y no en el “quién” para poder resistir en el “tsunami” en el que estamos inmersos. Las organizaciones deben de buscar el camino hacia la sostenibilidad financiera de una forma responsable, ver más allá, empezando por los proveedores. Ante estas situaciones tan adversas, una de las primeras decisiones para garantizar la supervivencia de la empresa suele ser la de aplazar los pagos a proveedores lo más posible sin pensar en las consecuencias. En gran medida se puede comprender, porque si no hay cobros no pueden existir los pagos, pero ¿realmente conocemos cómo de importantes son nuestros proveedores en nuestra actividad? ¿sabemos el impacto que tienen en nuestra cadena de suministro? ¿podrían incluso romper la misma de una manera indirecta si no hay suministro adecuado?
A día de hoy, existen diversas herramientas que favorecen y flexibilizan los pagos, facilitado opciones que garanticen la supervivencia del negocio a ambas partes. ¿Por qué no hacer uso de las mismas? Fortalecer una confianza mutua con el proveedor y potenciar una relación fluida y beneficiosa para ambas partes, puede hacer que nuestro negocio salga fortalecido en esta compleja situación. Es pues, un buen momento para sentarnos juntos y definir las necesidades actuales, identificar los aspectos críticos y valorar los que no lo son tanto a corto y medio plazo y tomar la decisión de ajustar el servicio y ahorrar si así fuera necesario, con el consiguiente esfuerzo que conlleva para ambos. De esta manera, podemos llegar a acuerdos favorables para las dos partes, situaciones win-win que nos ayudan a reducir costes, impactando positivamente en la flujo de caja y a cambio, garantizamos el pago al proveedor, asegurando que continúe con su actividad e indirectamente, que perviva la nuestra. Si algo nos ha demostrado la crisis sanitaria del COVID-19 es que la colaboración de todas las partes es vital para salir de ella.